Una tradición, por arraigada que se encuentre
en un pueblo, debe ser sometida al juicio de los ciudadanos, que deben
determinar si hay que fomentarla, permitirla o vetarla. El simple hecho de ser
tradición no le da ningún valor especial por el cual pueda saltarse la básica
ética humana; el perder una costumbre que no hace mal, no evita el progreso de
un pueblo, como sí lo hace el mantener una costumbre dañina, por lo que el
argumento de tradición no debería hacer parte de una discusión racional.
Por otro lado la libertad en el Estado
moderno, encuentra su límite cuando se hace daño a otro; por lo demás no tiene,
o no debería tener, ninguna otra restricción. Esta simple restricción no es un
detrimento de la libertad, sino una forma coherente de que su práctica alcance
su máxima expresión, al evitar que yo haga daño a las facultades para el
ejercicio de la libertad de otro o que dañen las mías.
Por
eso es que el fallo de la Corte Constitucional de reinstaurar las corridas de
toros en Bogotá, carece de sentido, ya que apela al respeto por la tradición, y
a una supuesta vulneración de la libertad de expresión de los asistentes a este
evento.
Más antigua que la tradición de torturar
toros eran las de perseguir cristianos y sacrificar niños para honrar al sol,
sin embargo, nadie pide respeto por estas tradiciones. Todos estos tipos de
comportamiento representan una violación a los derechos básicos, por lo que
abolirlos no es restringir la libertad. Claro, el derecho es una invento de la
lógica humana, por lo que aplicaría solo para los humanos, pero la lógica
humana también habla de deberes, de los cuales el más importante, para todo ser
pensante y capaz de sentir empatía, es el no hacer daño a quien pueda sentirlo,
ósea que también aplica para los animales como seres sensibles, por lo que se
podría hablar de deberes humanos para con
los animales o, lo que es lo mismo, derechos de los animales por parte de los
humanos.
Dicen los pro-muerte que el “jugar” con la
presa es natural, que lo hacen todos los animales. Si usted no es capaz de
razonar más que el gato que juega con un ratón, ¿por qué razón habría yo de
respetar sus derechos más que los de ese gato?; si no somos más racionales,
entonces no existe diferencia entre humano y animal, por lo que yo podría, avalado
por la naturaleza supuestamente, someterlo al trato cruel al que usted somete al toro. Cuando se acaba la estricta
satisfacción de una necesidad, se acaba el uso que las personas podemos hacer
de los animales; incluso, la lógica básica veta el generar más sufrimiento del
inevitable para satisfacer la necesidad.
Sencillamente la Corte no solo se equivoca
al decir que prohibir las corridas es vulnerar un derecho, sino que al no
prohibirlas, va en contra de toda lógica. Por ultimo dejo dos links, en los que
se ve al catedrático Javier de Lucas, defendiendo desde una posición jurídica,
de forma muy brillante, la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.
https://www.youtube.com/watch?v=cRO74jDeF2I
https://www.youtube.com/watch?v=TF3xfOdJkBA
https://www.youtube.com/watch?v=TF3xfOdJkBA
Por: Jorge Patiño
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