martes, 12 de noviembre de 2013

ENTREVISTA A MARIO MENDOZA

La importancia de la prosa de Mario Mendoza radica en la profundidad de sus reflexiones y la calidad de sus argumentos. Quien observe una obra literaria, y en general una obra de arte, teniendo en cuenta sólo su forma, se queda atrapado en la apariencia y deja escapar su verdadera esencia, que es lo que realmente importa. Después de leer la obra de Mario, en la que se denuncia la hipocresía, la deshonestidad y la cobardía de la sociedad, ya no volvemos a ver el mundo con la misma ingenuidad de antes, como si aquella lectura nos condujera hacia un despertar y nos quitara de los ojos un venda tejida por la maquinaria de la tradición. Aquella lectura nos abre la conciencia y nos muestra con claridad las contradicciones de aquel sistema que oprime, explota y si es necesario asesina. Y esa debe ser precisamente la función del arte, despertar conciencias, tal y como lo afirma Mario Mendoza en Buda Blues: “solo la lectura y el arte nos pueden defender de la imbecilidad general”, imbecilidad a la que nos quiere conducir la sociedad de consumo.
1-  Mario, al leer tu obra sentimos que nos quitan una espesa venda de los ojos y luego ya no volvemos a ver la realidad como antes, ¿escribes con ese objetivo?, ¿crees que ese debe ser el objetivo de la literatura y el arte?
- La verdad es que uno escribe atravesado por pasiones o fuerzas que lo sobrepasan, que no te dejan de venir, por algo que se impone y  te persigue en todo momento y a cada hora. Estás con tu familia, estás con tus amigos, estás con tu pareja y eso está ahí, martillando en el cerebro una y otra vez; puede ser sólo una imagen, puede ser un personaje, puede ser ya una historia, pero eso te quita el aliento y llega un momento en el que no soportas y tienes que sentarte a trabajar, tienes que escribir esa historia. Es un proceso como de expurgación, de purificación, es como estar poseído, como quitarte eso para poder seguir viviendo
Entonces en primera instancia eso es lo que me lanza sobre la página. Y ya en un segundo momento me doy cuenta que el texto tiene implicaciones políticas, filosóficas y estéticas. Es ahí cuando empiezo a darme cuenta que la mía es una literatura de choque, una literatura que tiene también un objetivo de emancipación, liberador. La palabra despertar, pensada desde un mundo oriental, sería sacarte del sueño de lo “real”, de lo que crees que es real.
- Como romper el maya.
- Sí, exactamente. Es una ilusión que hay que quebrar o quebrantar. Y desde ahí, ya en un segundo momento, me doy cuenta que los textos indudablemente apuntan a cosas que yo no sospechaba, pero que están ahí.
- Y que están haciendo despertar a la juventud.
- Me alegra mucho, porque esa ha sido la lucha, yo he dejado ahí todo, toda mi vida. No me interesa el reconocimiento. Ese solo es mi objetivo, ningún otro sino ese.
2- Desde tu punto de vista, ¿cuáles crees que son las necesidades o problemáticas de nuestra época que debe abordar la literatura y el arte en general?
-  Bueno, hay que tener cuidado con ponerse a predicar. El lío de volverse un predicador es que con ello les vas a terminar diciendo a los demás lo que tienen que hacer, los vas a terminar por sermonear. Creo que la literatura es rica en matices, en su libertad, en sus infinitos juegos y debemos respetar esa libertad y esa pluralidad. No debemos decirle a nadie lo que tiene que hacer, no hay que sentar cátedra, ni tampoco volverse un misionero que trae la buena nueva. 
Yo creo que lo que los lectores sienten es que están  tan confundidos como yo. No tengo verdades; tengo los mismos conflictos que tiene cualquiera. Vivo en un mundo contemporáneo donde me asquea y  repugna lo que está pasando. Tengo los mismos líos de un lector de dieciséis o diecisiete años o de un lector de setenta que también se siente solo.
Lo que voy sintiendo es que el establecimiento y el sistema son muy  crueles. El profesor Noam Chomsky desde IMT, E.U.A, dice que este es el paso de un capitalismo salvaje a un capitalismo depredador.  ¿Qué significa esto? Significa que no están contentos con toda la plata que ya acumularon, ahora quieren el dinero público, el erario, nuestros impuestos.  No hay dinero para las madres cabezas de familia, no hay dinero para la universidad pública, no hay dinero para las becas ni para los colegios públicos.  Pero sí hay dinero, el cuatro por mil, para los banqueros. ¿Cómo es posible que les estemos pagando? ¿Por qué no destinan el cuatro por mil para la educación, para los colegios y para los muchachos, para que ustedes tengan la posibilidad de salir, para que tengan becas en el extranjero financiadas por el Estado colombiano? El erario es detrás de lo que vienen, es el botín de guerra que quieren capturar. Cuando entra Obama a la presidencia de E.U.A, le entregan a la General Motors 850 mil millones de dólares, algo que ya estaba pactado desde Bush. Y los europeos igual, salvaron a los banqueros y las multinacionales. El único país que los metió a la cárcel fue Islandia.
Entonces yo creo que debemos  generar una resistencia a través de la lectura y la escritura. La biblioteca y el conocimiento sirven indudablemente para revelar un presente, para estar lúcidos, atentos de que no nos roben; cuando compramos una gaseosa, pagamos el IVA. Ese dinero es nuestro, tenemos el deber de decidir para qué queremos que lo inviertan. No pueden invertir tanto en guerra, eso es un disparate. No hay un solo país que haya salido del subdesarrollo comprando tanques y  AK-47s. No, la única manera es la educación y la cultura.
- Ese es el verdadero capital de una nación ¿no?, la inteligencia.
- Exacto, eso es lo que he dicho todo el tiempo. Hay una nueva medida que se llama patrimonio inmaterial. El patrimonio inmaterial nos recuerda que es irrelevante la marca de tus zapatos, o de tu chaqueta o de tu pantalón; es completamente irrelevante  qué celular tienes. Lo que te van a medir a nivel internacional es tu cabeza, qué ideas tienes, qué libros has leído, cómo relacionas, cómo pones en juego. Esa es tu  riqueza. La  verdadera riqueza no es económica. Uno puede  tener plata y ser pobre. Hay muchas personas que están atiborradas de dinero, pero son realmente indigentes, zarrapastrosos, vagabundos mentales que no sirven para nada.
3- En los momentos críticos en los que has pensado  dejar de escribir, ¿cuáles son las razones que te llevan a perseverar?
- Es una pregunta tremenda. Creo que mi literatura no debe prolongarse en el tiempo, porque es un aullido de dolor, un desgarramiento, y eso prolongado a lo largo de mucho tiempo quizás no produzca el efecto que tendría que producir. Entonces en lo que pienso es en producir una obra muy contundente, muy fuerte, y luego silenciarme. El lío es que no puedo. Todo esto sigue doliéndome demasiado, el mundo sigue pareciéndome una cosa muy mal hecha y muy mal organizada. Sigo creyendo que hay unas personas detrás haciendo una tramoyada de mal gusto para que el 90% de la población esté contra las cuerdas, en los rincones, en los cordones de miseria, en los barrios periféricos. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que no haya una sola librería en el sur de Bogotá? Eso demuestra el clasismo, la segregación y la violencia social en la que vivimos.
Entonces yo creo que se lee para ser crítico, se lee para darse cuenta de ciertas cosas. Cuando uno lee se vuelve más peligroso. Y creo que aquí se trataría de volvernos letales, tan peligrosos que seamos letales como cuchillos en el centro de lo real. Y ese es el objetivo; por eso no he podido silenciarme. La realidad no me deja.
4- Finalmente, ¿qué consejo le darías a nuestros jóvenes escritores?  
Leer, leer, leer hasta quedarse dormidos sobre el libro.  Leer de todo para poder escribir prosa. Para el que quiera escribir cuento o novela, dos concejos son invaluables: primero, lectura desaforada; y en segunda instancia, terquedad y disciplina. Y que tengan cuidado porque hay una trampa: la bohemia. Se cree que la bohemia es generadora de inspiración, que ella es bienvenida. Y eso no es cierto, no es así. Uno no puede trabajar una novela enguayabado, nadie puede levantarse de una traba a trabajar una novela consultando el diccionario siete u ocho horas seguidas. Se necesita el cuerpo y la concentración a tope y una  mente lúcida, concentrada. Cuiden su cuerpo, cuiden su mente, porque eso es lo que les va a permitir ser fuertes al momento
de enfrentar ese género que es tan terrible. La prosa es un género para sargentos, es un género de la milicia; hay que militar en la prosa, no es para cualquiera. Así que les recomendaría mucha disciplina, mucha terquedad y mucho aguante. La terquedad es un defecto en todas las instancias de la vida, pero en el arte, es una virtud.    
Entrevista realizada por: 
Pablo Nausa y Carolina Guerrero.


 



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