La importancia de la prosa de Mario
Mendoza radica en la profundidad de sus reflexiones y la calidad de sus
argumentos. Quien observe una obra literaria, y en general una obra de arte,
teniendo en cuenta sólo su forma, se queda atrapado en la apariencia y deja
escapar su verdadera esencia, que es lo que realmente importa. Después de leer
la obra de Mario, en la que se denuncia la hipocresía, la deshonestidad y la
cobardía de la sociedad, ya no volvemos a ver el mundo con la misma ingenuidad
de antes, como si aquella lectura nos condujera hacia un despertar y nos
quitara de los ojos un venda tejida por la maquinaria de la tradición. Aquella
lectura nos abre la conciencia y nos muestra con claridad las contradicciones
de aquel sistema que oprime, explota y si es necesario asesina. Y esa debe ser
precisamente la función del arte, despertar conciencias, tal y como lo afirma
Mario Mendoza en Buda Blues: “solo la lectura y el arte nos pueden defender de
la imbecilidad general”, imbecilidad a la que nos quiere conducir la sociedad
de consumo.
1- Mario, al leer tu obra
sentimos que nos quitan una espesa venda de los ojos y luego ya no volvemos a
ver la realidad como antes, ¿escribes con ese objetivo?, ¿crees que ese debe
ser el objetivo de la literatura y el arte?
- La verdad es que uno escribe
atravesado por pasiones o fuerzas que lo sobrepasan, que no te dejan de venir,
por algo que se impone y te persigue en todo momento y a cada hora. Estás
con tu familia, estás con tus amigos, estás con tu pareja y eso está ahí,
martillando en el cerebro una y otra vez; puede ser sólo una imagen, puede ser
un personaje, puede ser ya una historia, pero eso te quita el aliento y llega
un momento en el que no soportas y tienes que sentarte a trabajar, tienes que
escribir esa historia. Es un proceso como de expurgación, de purificación, es
como estar poseído, como quitarte eso para poder seguir viviendo
Entonces en primera instancia eso es lo
que me lanza sobre la página. Y ya en un segundo momento me doy cuenta que el
texto tiene implicaciones políticas, filosóficas y estéticas. Es ahí cuando
empiezo a darme cuenta que la mía es una literatura de choque, una literatura
que tiene también un objetivo de emancipación, liberador. La palabra despertar,
pensada desde un mundo oriental, sería sacarte del sueño de lo “real”, de lo
que crees que es real.
- Como romper el maya.
- Sí, exactamente. Es una ilusión que
hay que quebrar o quebrantar. Y desde ahí, ya en un segundo momento, me doy
cuenta que los textos indudablemente apuntan a cosas que yo no sospechaba, pero
que están ahí.
- Y que están haciendo despertar a la
juventud.
- Me alegra mucho, porque esa ha sido
la lucha, yo he dejado ahí todo, toda mi vida. No me interesa el
reconocimiento. Ese solo es mi objetivo, ningún otro sino ese.
2- Desde tu punto de vista,
¿cuáles crees que son las necesidades o problemáticas de nuestra época que debe
abordar la literatura y el arte en general?
- Bueno, hay que tener cuidado
con ponerse a predicar. El lío de volverse un predicador es que con ello les
vas a terminar diciendo a los demás lo que tienen que hacer, los vas a terminar
por sermonear. Creo que la literatura es rica en matices, en su libertad, en
sus infinitos juegos y debemos respetar esa libertad y esa pluralidad. No
debemos decirle a nadie lo que tiene que hacer, no hay que sentar cátedra, ni
tampoco volverse un misionero que trae la buena nueva.
Yo creo que lo que los lectores sienten
es que están tan confundidos como yo. No tengo verdades; tengo los mismos
conflictos que tiene cualquiera. Vivo en un mundo contemporáneo donde me asquea
y repugna lo que está pasando. Tengo los mismos líos de un lector de
dieciséis o diecisiete años o de un lector de setenta que también se siente
solo.
Lo que voy sintiendo es que el
establecimiento y el sistema son muy crueles. El profesor Noam Chomsky
desde IMT, E.U.A, dice que este es el paso de un capitalismo salvaje a un
capitalismo depredador. ¿Qué significa esto? Significa que no están
contentos con toda la plata que ya acumularon, ahora quieren el dinero público,
el erario, nuestros impuestos. No hay dinero para las madres cabezas de
familia, no hay dinero para la universidad pública, no hay dinero para las
becas ni para los colegios públicos. Pero sí hay dinero, el cuatro por
mil, para los banqueros. ¿Cómo es posible que les estemos pagando? ¿Por qué no
destinan el cuatro por mil para la educación, para los colegios y para los
muchachos, para que ustedes tengan la posibilidad de salir, para que tengan
becas en el extranjero financiadas por el Estado colombiano? El erario es
detrás de lo que vienen, es el botín de guerra que quieren capturar. Cuando
entra Obama a la presidencia de E.U.A, le entregan a la General Motors 850 mil
millones de dólares, algo que ya estaba pactado desde Bush. Y los europeos
igual, salvaron a los banqueros y las multinacionales. El único país que los
metió a la cárcel fue Islandia.
Entonces yo creo que debemos
generar una resistencia a través de la lectura y la escritura. La biblioteca y
el conocimiento sirven indudablemente para revelar un presente, para estar
lúcidos, atentos de que no nos roben; cuando compramos una gaseosa, pagamos el
IVA. Ese dinero es nuestro, tenemos el deber de decidir para qué queremos que
lo inviertan. No pueden invertir tanto en guerra, eso es un disparate. No hay
un solo país que haya salido del subdesarrollo comprando tanques y
AK-47s. No, la única manera es la educación y la cultura.
- Ese es el verdadero capital de una
nación ¿no?, la inteligencia.
- Exacto, eso es lo que he dicho todo
el tiempo. Hay una nueva medida que se llama patrimonio inmaterial. El
patrimonio inmaterial nos recuerda que es irrelevante la marca de tus zapatos,
o de tu chaqueta o de tu pantalón; es completamente irrelevante qué
celular tienes. Lo que te van a medir a nivel internacional es tu cabeza, qué
ideas tienes, qué libros has leído, cómo relacionas, cómo pones en juego. Esa
es tu riqueza. La verdadera riqueza no es económica. Uno
puede tener plata y ser pobre. Hay muchas personas que están atiborradas
de dinero, pero son realmente indigentes, zarrapastrosos, vagabundos mentales
que no sirven para nada.
3- En los momentos críticos en
los que has pensado dejar de escribir, ¿cuáles son las razones que te
llevan a perseverar?
- Es una pregunta tremenda. Creo que mi
literatura no debe prolongarse en el tiempo, porque es un aullido de dolor, un
desgarramiento, y eso prolongado a lo largo de mucho tiempo quizás no produzca
el efecto que tendría que producir. Entonces en lo que pienso es en producir
una obra muy contundente, muy fuerte, y luego silenciarme. El lío es que no
puedo. Todo esto sigue doliéndome demasiado, el mundo sigue pareciéndome una
cosa muy mal hecha y muy mal organizada. Sigo creyendo que hay unas personas
detrás haciendo una tramoyada de mal gusto para que el 90% de la población esté
contra las cuerdas, en los rincones, en los cordones de miseria, en los barrios
periféricos. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que no haya una sola librería en el
sur de Bogotá? Eso demuestra el clasismo, la segregación y la violencia social
en la que vivimos.
Entonces yo creo que se lee para ser
crítico, se lee para darse cuenta de ciertas cosas. Cuando uno lee se vuelve
más peligroso. Y creo que aquí se trataría de volvernos letales, tan peligrosos
que seamos letales como cuchillos en el centro de lo real. Y ese es el
objetivo; por eso no he podido silenciarme. La realidad no me deja.
4- Finalmente, ¿qué consejo le
darías a nuestros jóvenes escritores?
Leer, leer, leer hasta quedarse
dormidos sobre el libro. Leer de todo para poder escribir prosa. Para el
que quiera escribir cuento o novela, dos concejos son invaluables: primero,
lectura desaforada; y en segunda instancia, terquedad y disciplina. Y que
tengan cuidado porque hay una trampa: la bohemia. Se cree que la bohemia es
generadora de inspiración, que ella es bienvenida. Y eso no es cierto, no es
así. Uno no puede trabajar una novela enguayabado, nadie puede levantarse de
una traba a trabajar una novela consultando el diccionario siete u ocho horas
seguidas. Se necesita el cuerpo y la concentración a tope y una mente
lúcida, concentrada. Cuiden su cuerpo, cuiden su mente, porque eso es lo que
les va a permitir ser fuertes al momento
de enfrentar ese género que es tan terrible.
La prosa es un género para sargentos, es un género de la milicia; hay que
militar en la prosa, no es para cualquiera. Así que les recomendaría mucha
disciplina, mucha terquedad y mucho aguante. La terquedad es un defecto en
todas las instancias de la vida, pero en el arte, es una virtud.
Entrevista realizada por:
Pablo Nausa y Carolina Guerrero.
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